Eras la noche

Francisco Fernández Cornejo, apodado Largomayo, es militante de la CNT, ha luchado en el bando republicano y, al finalizar la guerra, ha cumplido seis años de condena en el Puerto de Santa María. En 1945 se une al maquis en la partida de Bernabé López Calle, el comandante Abril. Con el fin de conseguir fondos para sostener la guerrilla participa en secuestros en los ranchos y pequeñas poblaciones de la zona de Medina Sidonia. A partir de 1948 la situación del maquis empeora notablemente, sobre todo cuando llega a oídos de sus integrantes la indiferencia de los países europeos hacia la lucha que están manteniendo. En esas fechas, en la partida liderada por Bernabé López muchos han caído, algunos han pasado a otros grupos, y unos pocos han conseguido llegar a Tánger. El desánimo y las tensiones entre los restantes se acrecientan. Este debilitamiento es conocido por las fuerzas de orden público que buscan estrategias para acabar con ellos. En la zona donde opera la partida de Largomayo la Guardia Civil tiene conocimiento de que este hace incursiones a su pueblo para ver a su esposa y aprovechará esta circunstancia para hacerle llegar a través de ella la propuesta de dejarle en libertad si les facilita la detención del comandante Abril y de los pocos camaradas que a finales de 1949 forman todavía parte del grupo.
Construida sobre hechos reales, esta novela se apoya en una minuciosa y precisa documentación para aportar verosimilitud al argumento. Su protagonista, Paco el Largomayo, es un trapacero, un superviviente dispuesto a salir adelante sin encomendarse a ningún credo. Por eso, al margen de la necesaria fidelidad a los datos históricos, no sorprende su traición a sus compañeros del grupo de maquis del que forma parte. Su perfil está bien trazado, el lenguaje que emplea lo retrata, y sus explicaciones para justificar los motivos que lo empujan en cada situación ayudan a definirlo como personaje central. Frente a él se yergue la figura enorme del comandante Abril, el contrapunto perfecto: por su honestidad, su valentía, su sentido de la justicia y la defensa convencida de los ideales que orientan su lucha. Con ellos dos es suficiente para construir esta historia. Los personajes secundarios, aunque bien presentados, no alcanzan excesiva trascendencia en el desarrollo de la trama. El relato se organiza en secuencias breves ubicadas casi en su totalidad en diferentes momentos de la posguerra. Entre 1939 y 1965, el tiempo interno de la historia salta una y otra vez de un año a otro aleatoriamente. Las voces narrativas se cruzan mientras se mezclan hechos vividos con pensamientos o sueños de los personajes. Tampoco la acumulación metafórica en algunas descripciones facilita la inmersión en el argumento, especialmente en el primer tercio de la novela. Pero cuando la prosa abandona esa técnica, se vuelve ágil y deja transparentar la realidad narrada con fórmulas lingüísticas de gran capacidad evocadora.

(Resumen extraído de AMESDE. Repertorio bibliográfico 2020)