Aquel mar que nunca vimos

Esta novela es en cierto modo la crónica de una investigación: la que realiza su autor, que ejerció durante cuatro años como médico en el pueblo de Buñuelos de Bureba, muy cercano a Briviesca, provincia de Burgos, a finales de la década de los 70 y principios de los 80. En aquellos años nadie le habló de Antonio Benaiges, maestro extraordinario que había trabajado en la misma población hasta su muerte al inicio de la Guerra Civil. El autor indaga sobre las circunstancias de la muerte del maestro y sobre el lugar donde pudieran encontrarse sus restos, en entrevistas con los descendientes de quienes fueran testigos de los hechos y con otras personas que sufrieron la represión y la muerte por su ideología de izquierdas en los mismos días de la Guerra.
Abella recoge también, con tipografía especial, algunos de los textos e ilustraciones creados por los alumnos del maestro Benaiges quien, siguiendo los postulados de Freinet, utilizaba la imprenta y, por tanto, la redacción y publicación de textos como instrumento pedagógico de primer orden. En su indagación, el autor busca el testimonio de los que fueran alumnos del maestro o de sus descendientes. Se incluyen también numerosos documentos que sirven para completar la descripción de la época: entre ellos, respuestas al que se inmiscuyen en la vida privada de los maestros y revelan que cualquier sospecha de carácter político o moral podía justificar la pérdida de la vida, la libertad o la profesión de los expedientados.
A diferencia de publicaciones anteriores centradas en la figura de Benaiges, esta novela, además de describir al personaje, mostrándolo fundamentalmente en su trabajo como maestro y en los artículos de su pluma que se recogen en el texto, revela el manto de silencio que impusieron la Guerra Civil, la posguerra y la dictadura franquista, a consecuencia del cual, buscar documentos o testimonios de los posibles testigos de la actuación del maestro de Buñuelos se convierte en una tarea casi imposible. Todavía hoy, descendientes de aquellos testigos directos se manifiestan reacios a dar su opinión o dar a conocer detalles de aquella época que aún consideran comprometedores. En ocasiones, la descripción de esta tarea, con todos sus pasos infructuosos y gestiones interminables, resulta excesivamente prolija, aunque el abundante empleo del diálogo entre el autor y sus fuentes contribuye a aligerar la lectura.

(Resumen extraído de AMESDE. Repertorio bibliográfico 2020)