La cruz de madera

Conchita narra casi un siglo de la vida de su familia, desde el nacimiento de su abuela (1897) a la muerte de su madre (1977), con especial detenimiento en el fusilamiento de su padre, el general Miguel Campins. Con variados escenarios, se mencionan acontecimientos como el Desastre de Anual, la Sanjurjada, el golpe de Estado de julio de 1936, la Guerra Civil, pero solo en cuanto afectan al general Miguel Campíns, a su esposa e hijos. Él es un oficial del ejército español, que asume con total rotundidad y convicción los ideales y valores inculcados por él mismo en la Academia de Zaragoza, de la que ha sido jefe de estudios bajo la dirección de Franco, aunque Miguel fuera partidario de la pedagogía institucionista. En julio del 36 llega a Granada como comandante militar y ante el requerimiento de Queipo de Llano acaba por sumarse al golpe de Estado, aunque tras unos días de dudas. A pesar de ello y causa de estas vacilaciones, será fusilado por "traidor". La vida de Lolita, su mujer, la otra parte de una pareja perfecta en todos los órdenes, queda rota en mil pedazos. Sin el soporte de su amadísimo Miguel y con tres hijos a su cargo, contará con el único apoyo de su hermano para educarlos en los principios que siempre guiaron la conducta de Miguel. De los tres hijos del contra de la voluntad de ella: uno morirá en la batalla del Ebro, mientras que el mayor sobrevive, pero tras la guerra se difumina en el relato. La tercera, Conchita, la narradora de la historia, será de por vida la compañera y cuidadora de su madre; lo sacrificará todo (matrimonio incluido) por desempeñar ejemplarmente este papel. Como su abuela y su madre, siempre risueña, cariñosa, complaciente y abnegada, conforme a los valores que desde niña le han inculcado.
La guerra y sus consecuencias presiden y condicionan la vida de los personajes, pero no es una novela bélica, sino militar, desarrollada en ambientes de oficiales y sus familias. La única escena de batalla, en el frente de Gandesa, la protagoniza Lolita, que, gracias al permiso especial que le concede Moscardó, que ha sido muy amigo de su esposo, puede ascender al Pico de los Muertos para sacar de la fosa común el cadáver de su hijo para darle tierra en Zaragoza. Es la segunda vida que le arrebata el ejército. Ninguno de sus hijos llegará a saber que el responsable de la muerte de Miguel Campíns ha sido Queipo de Llano. Ella sufrirá toda su vida en silencio esa herida que "le traspasa como un cuchillo el corazón", sin permitir que "broten las lágrimas de sus ojos". El amor a su familia, la fe en Dios y la defensa de la Patria le dan la fuerza necesaria para mantenerse firme ante la adversidad, fiel a los valores en que la han educado y que ella transmite a sus hijos.

(Resumen extraído de AMESDE. Repertorio bibliográfico 2019)